“Los llevaré a mi monte santo de Jerusalén y los llenaré de alegría en mi
casa de oración. Aceptaré sus ofrendas quemadas y sus sacrificios, porque mi
templo será llamado casa de oración para todas las naciones.” Isaías 56:7 NTV.
Cuando aparecieron los primeros celulares, eran muy costosos y destinados a
un selecto grupo de alto poder adquisitivo, aquellos quienes podían solventar los gastos
mensuales y los relacionados con sus llamadas. Con el correr de los años, estos
teléfonos se han hecho más accesible para toda la sociedad, sin importar la
edad de las personas ya que aún los niños lo utilizan hoy en día. Una de sus
ventajas es la de poder estar en contacto en todo momento.
En realidad, este medio de comunicación se ha transformado en tan importante, que
cuando se nos extravía, nos sentimos incomunicados o aislados, aun teniendo
personas a nuestro alrededor. También nos desesperamos cuando nuestro teléfono
pierde la señal, nos preocupa las llamadas que podrían entrar durante ese tiempo.
Al tener un incidente, una urgencia o un problema, rápidamente pensamos en
alguien que nos pueda ayudar y lo llamamos, pero lamentablemente no siempre
recibimos el auxilio que necesitamos. Así como el teléfono móvil es ahora
imprescindible para comunicarnos con los demás, la oración es nuestro medio
para conectarnos con Dios.
Contrariamente a lo que pasa con los celulares, el recurso de la oración
está al alcance de todos y no tiene costo. Nunca se cae la señal, porque Dios
siempre está disponible para escucharnos. Podemos hablar con Él con total
libertad y confianza de lo que nos sucede, lo que nos preocupa, las alegrías y
tristezas, luchas y demás; esperando y sabiendo que nos ayudará porque Él es la
respuesta y la fortaleza eterna, el Salmo 116.1-2 lo describe “Amo a Jehová,
pues ha oído mi voz y mis súplicas;”
No dejemos de orar a pesar de las buenas o malas circunstancias que nos
tocan vivir porque es nuestra manera segura de forjar una relación íntima con
Dios, si no lo estamos haciendo es hora de volver a tu tiempo de oración donde
hablas con la persona más importante de tu vida, la que realmente puede cambiar
cualquier situación. Seguramente te ha pasado que cuando recibes la llamada de
una persona a quien amas, tu corazón empieza a latir rápidamente, de igual
manera late el corazón de Dios cuando tú elevas una oración.
Dios te ama y
quiere escucharte cada día, no lo dejes esperando. Donde estés, puedes hacerlo
ahora mismo, toma tu tiempo y ábrele el corazón al Señor sin reservas, de tal
manera podrás hallar el deleite de disfrutar cada día de la presencia de Dios. “Y
me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón.”
Jeremías 29:13
Soraida Fuentes
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