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¡Menos sodio, más salud!

¡Menos sodio, más salud!

“El poder de Dios es la clave para cualquier cambio transformador en nuestra vida, incluyendo nuestra salud. Él quiere que nos conectemos a ese poder para que podamos vivir y movernos como Él quiere” (Warren, Amen, Hyman, 2013). La Organización Mundial de la Salud define salud como el estado de completo bienestar físico, mental, espiritual, emocional y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades.
Como parte del bienestar físico se encuentra la alimentación. “Cada bocado que das es una poderosa oportunidad de crear sanidad o enfermedad” (Warren, Amen, Hyman, 2013). Mientras más alimentos frescos consumamos más saludables estaremos. Por eso es importante evitar o reducir la cantidad de sodio en nuestra dieta.
El sodio es un mineral que el cuerpo utiliza para regular la presión arterial y volumen sanguíneo, y se encuentra naturalmente en los alimentos. Por lo tanto es importante controlar el sodio que añadimos a los alimentos como la sal de mesa.
Cloruro de sodio  es el nombre científico de la sal de mesa, ésta contiene 40% de sodio y 60% de cloro. También el sodio lo podemos encontrar en las carnes procesadas (jamón, chuleta ahumada), embutidos (“hot dogs”, salchichas), vegetales o carnes enlatadas (atún, jamonilla, “corned beef”), comidas congeladas, quesos, tamarindo, quenepas, papitas saladas, “ketchup”, salsa soya, sazón, cubitos de sabor, entre otros.
De acuerdo a las Guías Dietarias del 2010 se recomienda que una persona saludable consuma 2300 miligramos de sodio al día. Las personas de 51 años o más, afro-americano y personas con problemas de presión arterial alta, diabetes o enfermedad del riñón debe reducir su consumo a 1500 miligramos de sodio al día.
Esto nos indica que debemos de regresar a la dieta de nuestros antepasados donde se consumía alimentos lo más natural posible. Cierto, hoy en día la vida es más ajetreada pero hay que tantear las consecuencias de consumir diariamente alimentos procesados. Algunas de  estas consecuencias son padecer de presión arterial alta, derrames cerebrales, enfermedades cardiovasculares y diabetes.
El  padecer éstas enfermedades crónicas es sinónimo de mayores gastos médicos en: visitas al médico, comprar los medicamentos para controlar la condición, entre otros. Si ponemos en una balanza, en un lado: el dinero gastado por consumir una alimentación saludable y mejor calidad de vida, y  en el otro lado: “ahorrar” comprando alimentos enlatados o ahumados pero mayores gastos médicos, ¿qué lado usted decidiría escoger?
Espero que haya seleccionado el lado de llevar una mejor calidad de vida. Algunas recomendaciones son:
  • Sustituir el sazón, cubitos de sabor por  hierbas o especia para darle sabor a las comidas como: ajo, orégano, paprika, perejil, albahaca, hojas de laurel, cebollines, cebolla, cilantro, cilantrillo, menta, canela, clavos de especias, jengibre.
  • Utilizar jugo de limón fresco para marinar las carnes, pollo o pescado. 
  • Añadir limón o alguna fruta fresca a las ensaladas frescas de vegetales.
  • Cuando compres algún alimento enlatado o congelado verifica en la información nutricional de la etiqueta el contenido de sodio (Figura1); es aceptable que contenga 140 miligramos (mg) o menos de sodio por porción.


Figura1

Una imagen de una etiqueta de información nutricional que muestra que una porción del producto equivale a una taza, pero el paquete tiene dos porciones. Si consume dos porciones, la cantidad se dobla. Una porción del alimento tiene 660 miligramos del sodio, lo cual es el 28% del valor diario recomendado de sodio. Alimentos que tienen el 5% o menos del valor diario recomendado de sodio en una porción se consideran bajos en sodio. Alimentos que tienen el 20% o más del valor diario recomendado de sodio en una porción se consideran altos en sodio.

Recuerda  la manera en que cuides tu cuerpo marca la pauta para todo en tu vida. La salud física afecta tu salud mental, tu salud espiritual, tu salud emocional e incluso tu salud financiera. ¡Así que toma acción! Dios te bendiga.

Referencias:
National Kidney Disease Education Program (2013). Cómo leer la etiqueta de los alimentos. Recuperado de  http://www.niddk.nih.gov/health-information/health-communication-programs/nkdep/espanol/a-z/leer-etiqueta-alimentos/Pages/leer-etiqueta-alimentos.aspx.
US Department of Health & Human Services. Dietary Guidelines for Americans 2010. Recuperado de http://www.health.gov/dietaryguidelines/2010.asp
Warren, R., Amen, D., Hyman, M. (2013). El Plan Daniel. Editorial Vida. Miami, Florida.

Preparado por: Lcda. M.Y. Chapman M., MPH

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