“¿Acaso hay algo que pueda separarnos del amor de Cristo? ¿Será que él ya no nos ama si tenemos problemas o aflicciones, si somos perseguidos o pasamos hambre o estamos en la miseria o en peligro o bajo amenaza de muerte?" Romanos 8:35 NTV.
Se entiende por la palabra separar a: “Establecer distancia o aumentarla entre algo o alguien.” El Apóstol Pablo dijo que nada ni nadie nos puede separar del amor de Dios. Entendemos que el amor no es solo un sentimiento, porque si lo fuera cambiaría según el estado de ánimo, es una DECISIÓN, un COMPROMISO; el amor verdadero siempre, sin excepción, busca el bien para el ser amado.
Romanos 8: 39 nos da ejemplos de situaciones en las que humanamente nos alejarían de un ser querido: “Ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni demonios, ni nuestros temores de hoy ni nuestras preocupaciones de mañana. Ni siquiera los poderes del infierno pueden separarnos del amor de Dios. Ningún poder en las alturas ni en las profundidades, de hecho, nada en toda la creación podrá jamás separarnos del amor de Dios, que está revelado en Cristo Jesús nuestro Señor.”
Absolutamente nada podrá apagar el amor de Dios hacia nosotros, ninguna situación lo hará. Sin embargo somos nosotros mismos quienes nos alejamos de Él ante dificultades o victorias y llegamos a apartarnos o intentamos seguir el camino sin Él. Pero aún así, su amor no cambia. Él nos ama, de la manera que somos, nadie mejor que El para conocer nuestros defectos y debilidades, pero podemos tener la certeza que aún así nos ama.
Como aquella conocida frase que dice: No hay absolutamente nada que puedas hacer para que Dios te ame mas o te ame menos, no hay manera, porque Él decidió sellar su amor con el sacrificio de Jesús y jamás ha cambiado en todo este tiempo que ha pasado. Nada hay que lo haya borrado, pasaron guerras, catástrofes, pandemias, descubrimientos, celebraciones, y pasarán muchos más eventos, pero no hay ni habrá algo que haya movido la verdad pura del amor de Jesús.
Cualquiera sea la situación que estás pasando y sin importar lo que hayas hecho, ten por seguro que Dios aún te sigue esperando con los brazos abiertos, dispuesto a perdonarte, a guiarte, a darte una nueva oportunidad y sobre todo a amarte.
¡Jamás olvides que su amor supera todas las barreras!
Soraida Fuentes
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